domingo, 27 de octubre de 2013

Homer NO es Don Quijote

Hace unos diez días tuve la oportunidad de participar en una mesa redonda, en compañía de tres colegas y amigos. El tema era "El sueño de la razón" y se suponía, ahí es nada, que teníamos que dar unas cuantas claves para comprender el siglo XX y lo que llevamos del XXI. A mí se me ocurrió basar mi intervención en la idea de que la ironía y la parodia son fundamentales para nuestra cultura de hoy. Comencé citando a varios escritores (Zagaiewsky, Parra, Lyotard...) y, ay, a Los simpson, la serie de mayor éxito de los últimos decenios.
Estos ejemplos (me refiero a los televisivos, obviamente) a la gente le entusiasman. Tal vez por eso, en el turno de preguntas, un chico me preguntó si Los Simpson no serían el nuevo Quijote del mundo posmoderno, en la medida en que eran una gran parodia de su tiempo. Alarmado, respondí que no, que Don Quijote no era sólo un libro de burlas y que había mucho más, que si la altura del héroe de La Mancha no se puede comparar con el cutre de Homer, que si el episodio de su muerte es de una hondura genial, y bla, bla, bla... Ahora leo que mis declaraciones han sido  malinterpretadas y que me han hecho decir exactamente lo contrario. Conclusión: que uno mismo ha sido parodiado y al pobre Don Quijote me lo han reducido a un muñeco imbécil.
Pero la culpa fue mía: la próxima vez procuraré no ofrecer bocados tan suculentos a los periodistas. Para consolarme, hoy me he levantado con las palabras de Tomás Moro: felices aquellos que se rían de sí mismos, pues siempre tendrán muchos motivos para divertirse.

sábado, 19 de octubre de 2013

Vinicius de Moraes: cien años

El grandísimo poeta y músico Vinicius de Moraes hubiera cumplido hoy cien años.





La letra traducida, aquí:
Para vivir un gran amor se necesita
mucha concentración y mucho tino,
mucha seriedad y poca risa...
para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor es menester
ser hombre de una sola mujer;
pues serlo de muchas, pucha !
es cosa fácil... no tiene ningún mérito.

Para vivir un gran amor, primero es preciso
consagrarse caballero
y entregarse a su dama por entero,
sea como fuere. Hay que convertir
el cuerpo en una morada donde
se enclaustre a la mujer amada, y luego
apostarse afuera con una espada...
para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor es urgente,
descartarse al máximo de la gente,
pues en general la gente envidia
el amor profundamente.
Hay que cortar con grupos y boites,
pasar de largo ante los café-societies
y de todas sus tristes marionetas...
para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor, les digo,
se necesita mucha atención con el "mejor amigo",
que por andar solo se les puede pegar
hasta frustrar el gran amor.
Se necesita muchísimo cuidado
con aquellos que no estén apasionados,
pues quien no lo está se halla siempre
dispuesto a perturbar el gran amor.

Para vivir un gran amor, en realidad,
hay que compenetrarse de la certidumbre
de que no existe amor sin fidelidad...
para vivir un gran amor. Pues quien traiciona
su amor por vanidad desconoce la libertad,
esa inmensa, innombrable libertad
que supone un solo amor.

Para vivir un gran amor, il faut además
de ser fiel, ser buen conocedor del
yudo y del arte culinario...
para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor perfecto
no basta ser apenas buen sujeto;
es necesario también tener grandes
pectorales, pectorales de remero.
Es preciso mirar siempre a la persona amada
como a la primer enamorada
y a su propia viuda también,
ya amortajada en su amor muerto.

Es muy necesario haber previsto
un crédito de rosas del florista...
mayor, mucho mayor que el de la modista !!
para complacer al gran amor.
Pues lo único que el gran amor quiere
es amor, amor, sin medida;
además un tutuzinho con panceta
hace ganar puntos...

Se ganan puntos sabiendo preparar cositas:
huevos fritos, camarones, sopitas, salsas,
strogonoffs; comiditas para después del amor.
¿Y qué mejor que ir a la cocina
y preparar con amor una gallina
con una rica y sabrosa
farofinha para su gran amor?

Para vivir un gran amor es muy,
muy importante vivir siempre juntos
y hasta ser, en lo posible, un solo difunto,
para no morir de dolor.
Es necesario cuidar permanentemente,
no sólo el cuerpo sino también la mente,
pues la amada acusa cualquier mezquindad
y el amor se enfría un poco.
Hay que ser cortés sin cortesía;
dulce y conciliador sin cobardía;
saber ganar dinero con poesía...
para vivir un gran amor.

Es necesario saber tomar whisky,
no arriesgarse nunca con el mal bebedor!!
y ser impermeable a las habladurías,
con las que el amor, no quiere saber nada.

Pero todo esto no sirve de nada
si en esta oscura y alocada selva
no se supiere hallar a la bien-amada...
para vivir un gran amor


O sus colaboraciones con Toquinho:





Y aquí, mi poema preferido de entre los suyos, el "Soneto de la fidelidad":



De tudo ao meu amor serei atento
Antes, e com tal zelo, e sempre, e tanto
Que mesmo em face do maior encanto
Dele se encante mais meu pensamento.

Quero vivê-lo em cada vão momento
E em seu louvor hei de espalhar meu canto
E rir meu riso e derramar meu pranto
Ao seu pesar ou seu contentamento

E assim, quando mais tarde me procure
Quem sabe a morte, angústia de quem vive
Quem sabe a solidão, fim de quem ama

Eu possa me dizer do amor (que tive):
Que não seja imortal, posto que é chama
Mas que seja infinito enquanto dure.


martes, 15 de octubre de 2013

Nada más vivificante

Nada más vivificante que el pensamiento sobre la muerte. ¿No habrá sido éste el secreto de la sorprendente evolución del hombre, que ha ido de las cavernas a los astros? (Mario Quintana)

jueves, 10 de octubre de 2013

El premio al cuento

Extrañamente me ha alegrado el premio Nobel a Alice Munro. Es extraño porque casi no la he leído y ahora tendré que reparar ese error. Pero, como a todo le busco una explicación, me digo que es porque el galardón se lo han dado a una cuentista, algo más infrecuente de lo que parece. Leer cuentos requiere lectores inteligentes. Hay mucha gente que devora novelas y es incapaz de degustar ni una sola de sus frases. Hay aficionados a la poesía ciegos ante la vida humana que pasa delante de ellos en un relato. Pero quien disfruta de un buen cuento, aprecia las leyes de la poesía y de la novela, aun sin darse cuenta. Por eso es un lector inteligente. Aunque para la vida pueda ser tonto perdido.

domingo, 6 de octubre de 2013

Homenaje a Juanjo García Noblejas

Ayer fue el homenaje a Juanjo García Noblejas. Y fui. Poco a poco todos aquellos que eran mis maestros en los años de estudiante van recibiendo homenajes, lo cual es un motivo de alegría y de reflexión. Carpe diem, me digo. Ellos lo aprovecharon.
Aunque todos los que hablaron dieron a su modo en la diana, ninguno de los que estábamos allí, creo, podía prever que Juanjo, en su turno de agradecimientos, terminase no hablando de sí mismo, ni de quienes le precedieron, ni de quienes allí estábamos. En un golpe retórico maestro, acabó pidiendo un recuerdo para un antiguo alumno secuestrado y herido en Siria. Además de un toque de elegancia humana muy suyo, fue otra muestra anticonvencional de cómo siempre se ha tomado la vida académica. Para quien, como yo, se ha formado en una Facultad y una disciplina tradicionales, el desenfado intelectual de Juanjo siempre fue un reto y una constante fuente de sugerencias (aquella frase mítica suya en el tribunal de una tesis doctoral: "esta tesis es como los cutos: de ella se aprovecha todo").
También me atrevo a decir que eché en falta en todos aquellos que hablaron de su pensamiento un punto fundamental: la ironía. Juanjo siempre se ha tomado a guasa el lenguaje académico, quizá porque no podía esperarse otra cosa de alguien tan polivalente. Jordi Gasull recordó una clase en la que Juanjo se dedicó a explicar las propiedades de la pera y sus distintas modalidades. Nunca fui alumno suyo ni estuve en aquella clase, pero sospecho que algo tendría que ver el concepto aristotélico de peras (límite) y su chistosa coincidencia con el castellano. Todo podía ser motivo de sorna simpática para él, hasta su amado Aristóteles. La ironía no está reñida con el fervor, como explica Zagaiewsky. En nuestro mundo posmoderno ya no podemos ser solemnes como antaño: necesitamos reírnos cada cierto tiempo. Pero eso no significa que la ironía nos lleve muy lejos. Está bien para un momentito, pero luego necesitamos víveres más fuertes. Nadie quiere a un bufón cuando se está muriendo de sed en un desierto. Por eso el humor de Juanjo busca un sano relativismo, pero en absoluto es relativista. Su pensamiento, envuelto en una desconcertante capa de ironía, siempre ha apuntado a cosas muy serias. Cuestión de retórica, como le gustaría decir a él mismo.

viernes, 4 de octubre de 2013

Noticias del Reino de los Efímeros

...Nación sin disputa la más extraña de que yo tenga noticia, los Efímeros que viven en los arenales infinitos de Galang, construyen ciudades en pocas semanas y las llenan de bazares tan numerosos que no se halla otra cosa dentro de sus murallas. De las tribus nómadas del norte, el oeste, el este y el sur concurren como hormigas los hombres y las mujeres a las callejuelas de la nueva ciudad. El viajero efímero viene a caminar entre las tiendas y a comprar toda clase de mercaderías: amuletos de agua helada, idolillos de sal endurecida, mantas cosidas con finísima arena... Como es natural, estos tesoros, nada más comprarlos, se disuelven, se esfuman, se espolvorean, por lo que el entretenimiento principal está en desprenderse de ellos e ingresar en otra tienda para seguir comprando.
A las pocas semanas, la riada de personas y camellos empieza a descender de número. Los clientes se aburren, los bazares se vacían y de la ciudad sólo quedan ruinas abandonadas al infatigable sol. Compradores y vendedores emigran en busca de nuevos mercados.
Al borde de las ciudades y los campamentos, suele discurrir un piadoso río. Dicen los sabios efímeros (algunos hay) que la mejor imagen del mundo está en esos ríos y que todo ser humano debiera bañarse al menos dos veces en la vida en uno de ellos. Pero aquellas gentes tienen siempre tanta prisa en comprar novedades que sólo tienen ojos para pisotear el arroyo con las patas de su camellos.
Viven entre espejismos. Les fascina el reverbero del sol en una fuente y dicen que ese es su dios, uno y múltiple, pues dura un instante. Los hombres se intercambian sus mujeres, y viceversa. Se ha dado el caso de que este comercio no sea sólo carnal: algunos príncipes efímeros afirman estar viviendo con varias mujeres fantasmas a la vez.
Carecen de gobiernos constituidos, iglesias, familia o cualquier otra sociedad que suene a perdurable. En esto se asemejan a los lagartos fugaces que habitan junto a ellos los incontables desiertos de Galang.
Cuando llega el momento de la muerte, la tribu abandona al futuro cadáver en la duna más próxima. Ha de morirse en soledad para evitar la tristeza de los demás. Esto se tiene por un acto de generosidad. Según las creencias efímeras, los cuerpos ya muertos se elevan por los aires y se alejan del mundo tan leves como leve ha sido su vida entera.
(Herodoto: Historias, Libro XII)