viernes, 30 de marzo de 2012

Proteo

Estaba sentado junto a la chimenea cuando llegó mi hermano. Me dio de comer y de beber. Pensé que él también estaba triste: se le veía afectado.
Para descansar de tantos cambios, me limpié de leche los bigotes y me fui a dormir. Soñé que volvía a ser un niño.



jueves, 29 de marzo de 2012

Elgar y Jacqueline du Pré

No sabía lo que era la música hasta que vi este vídeo hace un par de semanas. Bellísima la pieza y maravillosa la interpretación de Jacqueline du Pré desde el primer segundo. O antes, incluso, cuando la mira el director, su marido Daniel Barenboim, como diciendo: "Vamos a pasarlo bien". Espectacular cómo se va yendo el cello junto a la orquesta desde 2:37.





Quizá influye en mí la trágica historia de Jacqueline, pero, de todas formas, qué diferente su interpretación de la del guru del cello actual, Yo Yo Ma. Me parece que la orquesta, dirigida por el viudo Baremboim, tiene menos fuerza. Yo Yo Ma un virtuoso extraordinario, qué duda cabe, pero aquí parece que está haciendo pilates. La pasión y la naturalidad estaban con Jacqueline.



martes, 27 de marzo de 2012

La pasión, según Tabucchi




La misma idea de la traición o de la pasión, son conceptos que pertenecen íntimamente a nuestra vida. En el mundo moderno existe la tendencia a no hablar de estas cosas porque aparentemente son problemas que han sido resueltos a estas alturas [del siglo XX]: se piensa que no merece la pena hablar de traición porque, total, ya existe el divorcio. En nuestros días los sentimientos han quedado relegados al plano jurídico: el juez ante un caso de infidelidad sentencia tranquilamente la separación conyugal y todo listo. A mí no me interesa el divorcio, me interesa la pasión. El divorcio no es literario, es un tema aburridísimo que sólo sirve para que los americanos hagan sus películas.El melodrama, en cambio, es la forma de la tragedia. En realidad, como decía Nietzsche, hemos llegado al fin de la tragedia. Pero ésta debe ser sustituida por otra cosa, porque las pasiones siguen existiendo. Y hemos sustituido la tragedia por el melodrama, quizá por pudor. Es nuestra manera pobre de ser trágicos.

(Antonio Tabucchi, en Carlos Gumpert: Conversaciones con Antonio Tabucchi, Barcelona, Anagrama, 1995, p. 92)

lunes, 26 de marzo de 2012

viernes, 23 de marzo de 2012

No sirves para nada

El miércoles fue el día mundial de la poesía. Para conmemorarlo, en la universidad ha surgido desde el año pasado la iniciativa de ir dejando papeles con poemas repartidos por todos los edificios del campus. Un amiga me obsequió un puñado de esos papeles. El primero que saltaba a la vista tenía el título de "No sirves para nada". Ella, revuelta de la risa, me dijo:

-No es una indirecta, ¿eh? Ha sido pura casualidad.

No sirves para nada

Cuando yo era pequeño
estaba siempre triste
y mi padre decía
mirándome y moviendo
la cabeza: hijo mío
no sirves para nada.
Después me fui a la escuela
con pan y con adioses
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño
no sirves para nada.
Vino luego la guerra
la muerte -yo la vi-
y cuando hubo pasado
y todos la olvidaron
yo triste seguí oyendo
no sirves para nada.
Y cuando me pusieron
los pantalones largos
la tristeza en seguida
mudó de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.
De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
la muchacha que amo
me dijo -y era alegre-
no sirves para nada.
Ahora vivo con ella
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
a la que siempre digo
-también con alegría-, hija mía
no sirves para nada.

La casualidad de la que hablaba mi amiga fue providencial. El poema de José Agustín Goytisolo me conmovió y, al día siguiente, lo leímos en clase delante de alumnos chinos, alemanes, noruegos e italianos. A veces tengo también gente de Australia, Dinamarca o las Islas Feroe. No es fácil explicar literatura en español a un público tan heterogéneo. ¿Sabrían apreciar el optimismo del poema a la vez que toda la ironía que lo recorre de principio a fin? Les expliqué que este poema era valioso porque repetía justamente las mismas palabras sin que el significado fuera idéntico. Si se ponia un bebé de dos meses a un lado de la mesa y en el otro teníamos el ordenador, ¿cuál de los dos era más útil? Tras un momento de desconcierto, algunos dijeron que el ordenador. Sí, sin duda un ordenador es más práctico; el bebé, en cambio, es un ser inútil: se hace pis y caca, duerme muchísimo tiempo, no sabe alimentarse solo y ni siquiera puedes pedirle que salga a tirar la basura.  Pero, a cambio, -seguí yo- es infinitamente más valioso, porque, porque.... ¿estábamos todos de acuerdo?  Y miré a mi alrededor, preguntándome si las distancias culturales nos separarían de nuevo. Pero, por suerte, estaban todos de acuerdo. Y ellos respiraron y yo respiré.

jueves, 22 de marzo de 2012

Música: pedantería o belleza

En estos días pasaron dos películas por casa: Los chicos del coro y El silencio antes de Bach. La primera nos gustó mucho a mis hijos pequeños y a mí; la segunda la vi a las seis de la mañana, que no es una hora decente para ver nada. Al parecer, la película sigue la fortuna de la música de Bach, con distintas historias sin demasiado ilación. El resultado es a veces poético, otras monótono. Pero el tono general es pretencioso, desde el mismo subtítulo en alemán (Die Stille vor Bach) hasta las referencias, oh lá lá, a Frescobaldi, C.E. Bach, Locatelli, etc. Lo que menos me gustó -mejor dicho: lo que me irritó- fue una escena en la que un personaje muy leído está hablando sobre Bach con otro, requetecultísimo también, en una librería. De pronto, uno de ellos cuenta una historia de nazis. Resulta que a unos músicos judíos se les ocurrió formar un cuarteto de cuerda y se les permitió tocar delante de unas mujeres polacas que estaban en el campo de al lado. Las mujeres, nada más escuchar los primeros compases, empezaron a llorar desesperadas y a rogar que dejasen de tocar. "¿No os dais cuenta? Esto es demasiado para nosotras, con todo lo que sufrimos..." La belleza les había recordado su vida anterior y esto les aumentaba espantosamente sus dolores del presente. Termina el relato el culto personaje, el mismo que antes había estado poniendo los ojos en blanco cuando hablaba de Bach:
-La música hace daño, dice muy serio.
Y, acto seguido, en un plano simbólico, un clavecín en cámara lenta va cayendo al mar. Guau.
Si tanto daño hace, habría que decirle, que deje de escuchar a Bach. No es obligatorio. En realidad, la buena música, por sí misma, no hace daño ni nos transporta al cielo. No hace falta ir a la filosofía escolástica para saber que la belleza no es en si misma ni mala ni buena: todo depende de quien la reciba. Curiosamente o no, Los chicos del coro, una película comercial y facilona, lo ha entendido mucho mejor. La belleza puede salvar el mundo, decía Dostoievsky. Es decir: puede. Por eso, mientras escuchamos a Bach, podemos rascarnos la nariz o sentirnos felices, elevar el espíritu o decir tonterías.

Fogonazos a primera hora

"Se nace original y se muere copia". La frase no es mía y por eso la copio.

----


A la hora de escribir, la falta de solemnidad es estupenda: así no se fingen los sentimientos.


----


Nunca, nunca tomarse demasiado en serio. Si digo algo y estoy en lo cierto, no me equivocaré en la forma de decirlo; y si me equivoco, por lo menos acertaré en el tono.

viernes, 16 de marzo de 2012

El mundo por dentro

Borges, en "Funes el memorioso", imagina un hombre capaz de recordarlo todo. Si recuerda un día entero, necesita un día entero para recordarlo. Una memoria sobrehumana de este fuste, lejos de ser una bendición, es una desdicha. Funes no puede descansar porque su mente nunca se detiene. Sigue recordando hasta la extenuación. Alguna vez he pensado que este cuento es una fábula sobre la diferencia entre la información y la verdadera sabiduría (aquí). A alguno le gustó tanto la idea que hasta me plagió unas cuantas frases (acá).
Pero hoy, recién levantado y tras hacer recuento de mis últimos sueños, pienso en aquella frase de Funes: "Mi memoria, señor, es como vaciadero de basuras". Es verdad. Si examinásemos las infinitas tonterías que pasan a toda velocidad por nuestro cerebro a lo largo del día y de la noche, nos moriríamos de vergüenza. El monólogo interior es uno de los peores trucos literarios que se hayan inventado. Joyce intentó salvar la imbecilidad humana en su Ulises mediante el recurso del arte. Para él, el interior del hombre se parecería más a una fosa séptica que a un baúl de luces y sombras. La inmensa vaciedad de Leopoldo Bloom, su pensamientos más sonrojantes, se transforman bellamente en un sofisticado tejido de ritmos, simetrías, coincidencias. Quizá Joyce pensase que, si el ser humano no valía un pimiento, al menos él mismo se salvaba de la mediocridad jugando con las palabras. Le serviría a él, pero a mí no me consuela formar parte de los iniciados.
Otra posibilidad me la da, inesperadamente, Tomás Moro, en su maravilloso ensayo La tristeza de Cristo. Moro debió de tener tiempo para analizarse en la torre de Londres mientras aguardaba la muerte del verdugo. Por eso escribe:
Ojalá que alguna vez nos preocupásemos, inmediatamente después de terminar las oraciones, de recordar toda la sucesión del tiempo que pasamos rezando. ¡Qué estupideces veremos allí! ¡Qué necedades! ¡Cuántas cosas vergonzosas a veces! Nos extrañaremos, sin duda, de que a veces pueda ocurrir que nuestro espíritu, en tan poco tiempo, se disperse por tantos lugares a gran distancia unos de otros...
A continuación, Moro plantea el problema de una forma divertida: Imaginemos un hombre que desea suplicar un favor a un príncipe y pide audiencia, ordena que alguien le ponga un cojín y un reclinatorio, se arrodilla muy sumiso y, de pronto, comienza a bostezar, desperezarse y eructar. Así es el mundo interior de muchos. Ahora bien, no todo va a ser una montaña de basura. Moro habla también de la voluntad para remontar el vuelo y de la piedad que Dios debe tener al fijarse más en el esfuerzo de los hombres por superar su propia debilidad: "Cuando pienso en la inmensa gloria de la Majestad divina, de inmediato soy empujado a creer incluso que esas breves distracciones del espíritu, por no ser faltas capitales, proceden de la generosidad de Dios misericordioso (gracias a la cual no se digna no considerarlas mortales, no porque no lo merezcan), puesto que no puedo imaginar cómo puede darse entrada al espíritu (...) si no es por la debilidad de la fe".

jueves, 15 de marzo de 2012

Lo que queda de la poesía popular

Hace más de veinte años, podías ver a las niñas bailando sevillanas por las calles del Puerto de Santa María con toda normalidad. Ahora no lo sé: perdí el sur hace tiempo. La poesía popular, como todo lo tradicional, ha sido fuente de inspiración natural para muchos poetas españoles. Ahora queda poco de aquello, como digo aquí.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Budapest, deuda pendiente

Con motivo de un congreso profesional, la pasada semana, en Budapest. Mi ausencia del blog, seguramente tiene que ver con el cansancio, pero también con la sensación de no sentirme digno de escribir algo sobre una ciudad tan hermosa. Tonterías que se me ocurren de vez en cuando.
Qué fuerte es la atracción del río, que casi nos produce la fascinación del mar. El Danubio en Budapest es mucho más que el Sena en París, o el Tíber en Roma. No en vano parte en dos la ciudad (o, en realidad, tres).
Aproveché varias veces para pasear por las calles, orgullosas y elegantes, a primera hora de la mañana. Me gustan las ciudades dormidas. De Budapest me llevo el recuerdo de la euforia matinal y la humedad que subía desde el río. También me traigo una lista de los lugares que no tuve tiempo de visitar. No pude ver el interior del parlamento, aunque una amiga me contó que es espectacular con sus cuarenta kilos de oro embutidos en láminas en la bóveda. Había un grupito de madrileños entretenidos en inteligentes comparaciones: "¡Puf! Pues en el congreso de los diputados seguro que hay más..." Antes me ilusionaba encontrarme con compatriotas en el extranjero. Ahora, cuando los veo (o los escucho, porque a los españoles se nos escucha antes que se nos vea), salgo corriendo en dirección opuesta.
Pero, volviendo a la lista de lugares preciosos que me encontré cerrados: me perdí la Ópera, me perdí el Museo de Artes aplicadas y me perdí la Biblioteca Erwin Szabó. Escribir esto puede resultar un poco masoquista, pero me gusta pensar que regresaré a Budapest. Y la próxima vez no pasearé solo.

lunes, 12 de marzo de 2012

¿Blog literario?

Tengo que hacer algo cuanto antes para que la penúltima entrada -"sempiternísimamente archicansado"- no se me imponga y acabe de una vez por todas con este blog. Enseguida contaré algo sobre el último viaje, el penúltimo cuento o la antepenúltima trastada de los niños. Pero, entretanto, viene en mi ayuda Rocío Arana con esta reflexión sobre el blog literario, que no es nuevo género sino formato, como aclara muy requetebién.