jueves, 29 de abril de 2010

Intimidad del libro

Si algo tengo claro, es que si llegara a reunir lo que he ido escribiendo en este blog para convertirlo en un libro, cortaría por lo menos sano. Pero, sobre todo, añadiría nuevas entradas, esas que no me gustaría soltar aquí, no fueran a quedarse prisioneras del aire libre de la Red.
El lector del libro es tu amigo invisible. Ha reconocido tu nombre en la estantería y, tras hojear las páginas, se ha llevado tus palabras a su casa. Una vez vi a un desconocido leyendo un libro mío en el metro de Madrid. Me contuve para no darle un abrazo.

Fidelidad y fanatismo

Fanatismo: como leer un mal libro durante toda la vida. Aburre.
Fidelidad: como leer un buen libro toda la vida. Nunca se repite, siempre se renueva.

viernes, 23 de abril de 2010

Cultura y vanidad

999 obras de arte que debía conocer, que tendría que conocer y de cuyo conocimiento tendría que presumir. El otro día leí ese título en una librería. No lo abrí porque me dio cierto asquete. ¿Con qué derecho se nos dice que tenemos que conocer algo, si encima después es para presumir de ello? La suma de conocimientos, o te hace sabio, o engendra información y vanidad.
Y todo esto me recuerda (quizá, ejem, con vanidad por mi parte) lo que he leído en el estupendo libro de Rosa Sala Rose, El misterioso caso alemán. Un intento de comprender Alemania a través de sus letras:
"En nuestro mundo actual, la adquisición de conocimientos inútiles tiene una importancia notable (por mucho que éstos tiendan a coincidir cada vez más con los que se adquieren con poco o nulo esfuerzo y que proporcionan una satisfacción inmediata, como los vinculados a la crónica rosa, al esoterismo o al mundo deportivo). Ser sorprendido en público ignorando la autoría de Hamlet generaría de inmediato una incómoda sensación de embarazo, por mucho que se trate de una obra que no se haya visto ni leído nunca ni se tenga la menor intención de hacerlo. De una forma que resulta cada vez más sorprendente, dado el creciente decrédito de los conocimientos humanísticos, ser calificado de inculto es todavía algo que, con pocas excepciones, sigue incomodando en todos los estratos sociales, lo cual parece un síntoma de una sociedad extrañamente esquizofrénica: la gente valora cada vez más obsesivamente la adquisición de conocimientos prácticos destinados al ejercicio de una profesión lucrativa y, sin embargo, sigue habiendo un peculiar consenso social en que la cultura es algo positivo y deseable".

martes, 20 de abril de 2010

Desprecios

La semana pasada algunos amigos se sorprendían:
-Pero, cómo vas a ir a dar clase en Alemania sin saber alemán...
Y otros recurrían al idioma comodín:
-Ah, bueno, las darás en inglés, claro.
En realidad, cuando he tenido que viajar al extranjero por motivos profesionales, mi obligación era hablar en castellano y jamás tuve problemas con mis colegas o con los alumnos, más bien todo lo contrario. Qué paradoja: en Milán tuve más de trescientos estudiantes de primer curso en la universidad católica, y en Zagreb, unos cuarenta. Ahora estas cifras ya no se dan en ninguna facultad de filología de nuestro país, quizá porque es el único lugar del mundo donde podemos permitirnos la comodidad de despreciar nuestro idioma.

viernes, 16 de abril de 2010

Conversaciones

Larga conversación con X, escritor y amigo. Hablamos de proyectos y de publicaciones. De pronto él me suelta:
-Está siempre más difícil meterse en alguna editorial si quieres publicar narrativa. Otra cosa es si tienes libros de crítica, ahí nunca he tenido problemas, o incluso poesía, porque el editor sabe que no va a ganar nada.
Si mi amigo, que tiene sobrada experiencia y prestigio, dice eso, qué será del resto de los mortales. Para consolarme pienso que lo que importa es acordarse de aquello que decía un personaje al final del extraordinario cuento de Isak Dinesen, El festín de Babbette: "Es terrible e insoportable para un artista ser alentado, aplaudido para hacer una cosa lo mejor posible, por segunda vez. A través del mundo se propaga un grito largo que brota del corazón del artista: ¡dejad que lo haga lo mejor que me sea posible". Escribir sin pensar en lo que digan o lo que hagan con lo tuyo. Y lo demás son monsergas.

martes, 13 de abril de 2010

La mirada de Piero


De golpe, ayer me encontré con un poema excelente sobre la mirada del gran pintor, aquí (qué verso final: "Y está llena de luz la oscura noche"). Me alegró la coincidencia, porque hay un cuadro de Piero della Francesca que se encuentra entre mis preferidos, y en él pienso muchas veces. Tal vez sea por la verdad del cuerpo de Jesús recién devuelto a la materia viva, o por el gesto sólido con que adelanta la pierna que emerge de la tumba. Pero lo más seguro es que se deba a que nunca he visto una mirada tan llena de dolor y, al mismo tiempo, de serenidad triunfal. Este Domingo de Resurrección me imaginaba la escena de la única manera que me parece creíble: representándomela con los ojos con que la miró Piero della Francesca.
Los ojos del recién Resucitado. Los ojos de quien vuelve de la muerte ciega y allí ya lo ha visto todo. Los ojos de quien descubre el mundo por segunda vez.



lunes, 12 de abril de 2010

¡Celos!

(Cuento gamberro para el lunes por la mañana)


Al principio soñaba con ir al Cielo, lo que le llevó, en plena adolescencia, a practicar un intenso celo misionero entre sus amigos. Pero luego su fe se entibió y abandonó el estado célibe. Se hizo novio de una muchacha celíaca y ojos de gacela, pero era un hombre celoso y la vida le tendió una celada. Ella se fue con un tipo que tocaba el violoncelo. Cuando los infieles celebraban celosamente sus amores, él los descubrió celado detrás del armario. A ella le puso un celo en la boca para que no gritara y al celista le dio golpes hasta en el cielo de la boca. Vino la policía y lo encarcelaron. Su pena se aceleró debido al buen comportamiento y, al salir de la celda, encontró trabajo de celador de fincas. Por las noches devoraba con la mirada a cada mujer que pasaba aceleradamente junto a su parcela. Pero su vida no cambió: su antiguo amor recelaba y acabó solo y reprimido, viviendo en perpetuo celo.

viernes, 9 de abril de 2010

Utilidades de la historia


De las pequeñas anécdotas de la Historia se puede aprender mucho y hasta sacar de vez en cuando algún resultado interesante. El otro día uno de mis hijos estaba inmerso en una rabieta cósmica. Ya no podiamos más cuando de pronto me vino a la memoria una idea salvadora:
-Como sigas así, vas a terminar por comerte la alfombra a mordiscos, igual que hacía Adolf Hitler.
-¿De verdad que eso hacía Hitler?
-De verdad, de verdad. Lo he leído en un blog...
El tipo se calmó de inmediato.



jueves, 8 de abril de 2010

El contador de historias


He acabado El peregrino encantado de Nikolái S. Leskov. De Leskov (1831-1895) conocía Lady Macbeth de Mtsensk, una joyita que trata el sempiterno tema del adulterio decimonónico a la vez que dialoga con la obra de Shakespeare. Comparada con ésta, El peregrino encantado da una imagen chapucera y deslavazada. Parece como si el autor hubiera ido ensartando tres o cuatro novelas una detrás de otra, como si no supiera qué hacer con un material desordenado que tuviese guardado en un cajón.
...Y sin embargo, qué maravilla de libro: singular, divertido, espeluznante, asombroso. Leskov pasó buena parte de su vida viajando por la Rusia de su tiempo y recogiendo historias que le contaba la gente del pueblo. Sin duda tenía el don de escuchar bien, porque narra con la misma naturalidad con que se cuentan las cosas en una sobremesa delante de un fogón. El protagonista de su novela, religioso y brutal al mismo tiempo, recuerda al de las obras clásicas de Dostoievsky o Tolstoy, pero sin las torturas existenciales del primero ni las disquisiciones interminables del segundo. Leskov, mucho menos conocido, es quizá más auténtico y menos pretencioso que los dos monstruos de la literatura rusa. Dice de él Walter Benjamin: "De su cosecha puede señalarse una serie de narraciones legendarias, cuyo centro está representado por el justo, rara vez el asceta, la mayoría de las veces un hombre sencillo y hacendoso que llega a asemejarse a un santo de la manera más natural. Es que la exaltación mística no es lo suyo. Así como a veces se dejaba llevar con placer por lo maravilloso, prefería aunar una firme naturalidad con su religiosidad. Su modelo es el hombre que se siente a gusto en la tierra, sin entregarse excesivamente a ella".

miércoles, 7 de abril de 2010

Malditas matemáticas

Una de las alegrías secretas de estas vacaciones ha sido comprobar que L. ya no se parece tanto a su padre cuando tenía su edad: es decir, ha empezado a hacer las tareas solo, en especial las de matemáticas. Al fin de las matemáticas en la escuela dedicó Rocío Arana un poema muy divertido y yo me sentí entonces bastante identificado con ella. Y hace un par de años el propio L. acometió sus primeros problemas aritméticos de la siguiente guisa: "Pepito tiene en la cesta cinco peras y tres manzanas. ¿Cuántas piezas de fruta tiene Pepito?"
Respuesta de L.: "Cinco peras y tres manzanas".
Yo me sentí entonces completamente identificado con mi hijo.

sábado, 3 de abril de 2010

Lo de Córdoba

El pasado jueves un centenar de peregrinos musulmanes intentó rezar según su religión dentro de la catedral de Córdoba. Según algunos medios (El país), la policía los dispersó con inusitada violencia. Según otros (La razón, Abc), hubo dos heridos entre los policías por arma blanca. Tratando de entender el fondo de lo ocurrido, me acordé de unas palabras elocuentes de Samir Khalil Samir, jesuita egipcio y experto en cuestiones islámicas. Cito de su libro Cien preguntas sobre el Islam:

"Hablando de elementos simbólicos, el más significativo, obviamente, es la mezquita, con cúpula y alminar, a los que a menudo acompañan altavoces y otros instrumentos de ampliación del sonido para difundir la llamada a la oración del modo más extendido y capilar posible: se trata de un modo de proseguir la islamización de todo el espacio, tanto del auditivo como del visual.
También la oración colectiva recitada en la plaza y las aceras o las manifestaciones públicas con ocasión de la fiesta que señala el ayuno del ramadán, constituyen otras tantas modalidades para señalar de una manera visible la presencia islámica, para afirmar la existencia de un nuevo protagonista, que se presenta en la escena pública con su radical alteridad y su carácter irreductible. Noto, sin embargo, que el ciudadano medio occidental, secularizado y desencantado, considera todo esto a la manera de una manifestación folcórica, como uno de tantos signos de la sociedad multicultural, y no capta su significado altamente evocador. Si, por ejemplo, decenas de personas se postran para orar un viernes en la Piazza del Duomo de Milán, como ya ha sucedido, "toman posesión simbólicamente" de la plaza más importante de la ciudad. Me sorprende que no se capte la dimensión sociopolítica de la acción".
(Samir Khalil Samir: Cien preguntas sobre el Islam, Madrid, Encuentro, 2003, págs. 112-113)